Son cinco los sentimientos
básicos del ser humano: amor, miedo, alegría, tristeza y enojo. De la unión de
dos o más se generan otras emociones como la euforia, frustración, ira, celos
entre otras.
Los sentimientos no son
buenos ni malos. El que una persona sienta alegría o enojo no la hace buena ni
mala, ni mejor o peor. No depende de las personas que los sentimientos existan
o no, simplemente existen. Y debemos conocer y experimentar cada uno de ellos.
Muchas veces caemos en
sentimientos de culpa por las creencias que tenemos de determinados
sentimientos que experimentamos, diciéndonos algo así como: "yo no debería
sentir o experimentar este sentimiento”, “los hombres no lloran”, “yo no debo
enojarme, pero como estoy enojado entonces siento culpa y más me enojo”.
Es importante recordar que
los sentimientos son nuestro modo de reaccionar frente a determinados hechos o
pensamientos y es necesario comprender que debemos experimentar, reconocer y
aceptar plenamente nuestros sentimientos, no reprimir ninguna emoción.
La razón más frecuente por
la que no nos permitimos vivir nuestros sentimientos es porque no queremos
reconocerlos, por el motivo que sea. Tenemos miedo que los demás puedan pensar
mal de nosotros, que somos débiles, o incluso que puedan rechazarnos o
castigarnos. En cierto modo, hemos sido programados para no aceptar como parte
de nosotros determinados sentimientos.
Los sentimientos reprimidos
son como el vapor que se acumula en una olla de presión; si los guardamos y
permitimos que acumulen intensidad, terminaran haciendo explotar la tapa humana
que los contiene, exponenciando el sentimiento reprimido. “Juanito, nunca se enoja!..”
Pero el día que se enoje, seguramente expresaría su enojo con gran
intensidad que podría llegar a matar a alguien.
Siempre se ha escuchado del
poder que tiene nuestra mente sobre nuestro cuerpo. Y en efecto, tiene hasta el
poder de desencadenar enfermedades con relación a los sentimientos reprimidos,
pues estos deben salir de nuestro cuerpo de alguna manera, y al no ser
proyectadas esas emociones en su momento, existe un conflicto interno que
termina por hacerse físico en forma de dolencia. La enfermedad aparece como una
respuesta biológica para exigir atención sobre el problema que tenemos en
nuestro interior. Se dice que cada síntoma responde a una emoción concreta.
Debemos permitirnos conocer
nuestros sentimientos, vivirlos, experimentarlos, saber que se siente, pero eso
sí, jamás darles el control de nuestras acciones. Podemos mencionar el miedo; experimentarlo,
como ya lo dijimos, no es ni bueno ni malo. En donde debemos poner atención es
que tipo de miedo tenemos, ¿miedo que nos paraliza y nos impide emprender
acción? ó ¿miedo que nos acompaña y nos mantiene alerta? Es por eso que
nosotros debemos conocer nuestros sentimientos. Si estas enojado; enójate,
grita, saca de tu cuerpo ese enojo, pero no actúes o tomes decisiones desde el
enojo ni desde algún otro sentimiento, siempre desde tu razón y con plena responsabilidad
y consciencia de tus acciones.
Es importante entender que
todo lo que genera tus sentimientos no es la vida, lo que quiero decir es que
no es algún agente externo, no es que alguien venga y te haga enojar o que
alguien o algo te haga feliz, no es el contexto sino la interpretación del
contexto, son tus propias apreciaciones. Cuántas veces hemos visto la vida como
algo que ocurre a nuestro alrededor, y por eso nos sentimos víctimas de la
vida, víctimas de las situaciones y victimas de todo lo que nos ocurre, pero no
vemos que en realidad la vida está ocurriendo dentro de nosotros, que todo lo
que ocurre afuera es solo una proyección de lo que sucede en nuestro interior.
Todo eso que ocurre afuera, está diseñado perfectamente para hacer una introspección
y encontrarle el sentido que tiene en nuestra propia vida, el porqué y para qué
nos generamos determinada situación, pero muchas veces decidimos quedarnos
hundidos en el sentimiento, sin aprender nada y seguir adelante. Pero eso no
nos lo puede enseñar nadie, solo la vida tiene los recursos para hacerlo.
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