Hace
siglos la gente creía que la tierra era plana, después se pensaba que el sol
giraba alrededor de la tierra, y también se llegó a asegurar que la tierra era
el centro del universo. Pero no porque casi todo el mundo estuviera de acuerdo
con esas creencias las convirtieron en verdad.
Los
seres humanos creamos mentiras y después dejamos que estas mentiras conduzcan
nuestras vidas, asegurándonos de hacer todo lo que sea necesario para reafirmarlas.
La
gran mentira de la actualidad es que no somos perfectos; y que conveniente
creerlo ¿no? pues es una excelente excusa para justificar nuestro comportamiento
y nuestros resultados, y nuevamente casi todo el mundo está de acuerdo en que
nadie es perfecto, pero ¿es verdad?
Hemos
crecido con esa mentira, desde niños fuimos educados de que solo Dios es
perfecto; pero si fuimos creados a su imagen y semejanza, en consecuencia ¿lo
estamos llamando imperfecto? O más bien
¿no queremos hacernos cargo y permanecer en la perfección? Ya que también fuimos
creados con libre albedrio y tenemos la posibilidad de elegir.
Somos
perfectos como somos creados, con nuestra condición física, nuestras virtudes,
nuestros defectos, nuestras capacidades y limitantes, nuestro color de ojos y
de piel. Todos contamos con amor, belleza, generosidad, creatividad, voluntad,
nada de lo anterior puede desaparecer pues no posee forma ni límites. Ahora probablemente te cuestiones, ¿y que si
alguien tiene una enfermedad o discapacidad física? ¿Es perfecto? Seguramente
con la información que tú tienes es imperfecto, pero ¿acaso eso que tú dices
saber es la verdad? ¿Quién dice que eso que llamamos imperfecto no está
alineado a la perfección según su esencia?
El
vivir con la creencia de que no somos perfectos, nos da la oportunidad ideal
para justificar nuestras fallas, de justificar nuestros resultados
“inesperados”, no justificando el resultado como tal, sino la falta de
compromiso en nuestras acciones, el no hacer nuestro máximo esfuerzo y
permitirnos entrar a nuestra zona de confort aceptando resultados mediocres en
nuestras vidas, al fin… nadie es perfecto!
Y como nadie es perfecto, no es mi responsabilidad serlo, permitiéndome
actuar constantemente desde mi EGO.
Pero
no es suficiente con decir que somos perfectos; necesitamos creer que somos
perfectos. Si creemos que somos imperfectos, esa mentira se unirá a más
mentiras que la apoyarán, y todas esas mentiras juntas reprimen la verdad marcándonos
cómo vivir nuestras vidas.
Ser
perfectos significa estar en nuestro SER, alineados a nuestra esencia, a como
fuimos creados, en plena consciencia y aceptación de nuestras capacidades y
debilidades, dejando a un lado al ego y a todas esas creencias limitantes que
nos sabotean constantemente.
Respeta
tu cuerpo. Se te ha concedido un cuerpo perfecto para alojar a tu ser interior,
independientemente del tamaño, la forma, el color o cualesquiera de las
enfermedades o discapacidades que tenga, es una creación perfecta para el
propósito que se te dio en esta vida. No tienes que esforzarte para estar
perfecto, pues naciste perfecto; la perfección es algo que ya posees, si no la
alteras. Tal vez ya alteraste tu cuerpo sano con exceso de alimento, privándolo
de ejercicio o usando drogas y toxinas que lo han dejado aturdido y enfermo.
Hoy es momento de declararle amor a tu cuerpo, llevando una vida de respeto a
ti mismo y honrando el templo que te alberga.
Mantén
una actitud de permiso y aceptación. La resistencia tan solo es la falta de
armonía entre tu deseo de abundancia y tus creencias en tu capacidad generar o
tu falta de mérito. Permitir significa un alineamiento perfecto. Una actitud de
permiso significa no hacer caso a los esfuerzos de los demás por disuadirte de tu
esencia y de tus sueños.
Imagínate
que te amas a ti mismo tal como eres. Que amas tu cuerpo y tus emociones tal
como son. Sabiéndote perfecto tal como eres. Solo existe la perfección y
debemos tomar consciencia de ello, no hacerlo significa no estar consciente de
lo que eres, una creación divina!
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