Vivir con
expectativas es una forma de vivir negando la vida misma porque mientras más
limitamos el curso natural de las cosas, más estresados e infelices vivimos con
los resultados obtenidos. Quien vive con expectativas no disfruta el proceso de
la vida, solo vive enfocado en querer controlar y manipular todo, y esto es
verdaderamente desgastante tanto mental como energética y físicamente.
Nuestras
“propias” expectativas se han creado a partir de expectativas ajenas y de la
sociedad, creyendo que si cumplimos con ciertos patrones enfocados en el hacer
o tener algo está relacionado en cómo me voy a sentir, lo cual es falso.
Cuando una
persona comienza un proyecto, se dispone a ver un espectáculo, realiza una
acción en beneficio de otro, etc., crea una ilusión con ciertos resultados o
respuestas esperadas, los imagina con detalle y tal vez muy por encima de las
posibilidades reales, y al toparse con la realidad, muchas veces se convierte
en una gran frustración. Esto se debe a que las expectativas que nos creamos son
en base a como es uno mismo, con lo cual pretende que los demás actúen como
actuaría él, pero cuando la realidad es otra cosa, hace que su expectativa se
derrumbe y sienta enojado y con una gran frustración.
Vivir al pendiente de que se cumplan expectativas hacia los demás, hace que nuestros estados de ánimo estén en un sube y baja constante, ya que no tenemos el control sobre los demás. Es muy difícil que las personas
actúen como quisiéramos, esto se debe a que cada uno es diferente, tenemos
diferentes valores, entornos distintos, formaciones y creencias distintas, es
decir, cada uno actuará en base a lo que es.
Vivir sin
expectativas y sin esperar un resultado único es fundamental para una vida
llena de paz. Una forma de enfocar correctamente nuestra atención y evitar
tener expectativas es vivir en el momento presente, es concentrarse más en el
proceso de lo que se hace que en el resultado. Cuando sentimos satisfacción en
el proceso, aceptamos el resultado reconociéndolo como el mejor que pudimos
obtener, cualquiera que este sea.
Nuestra tarea
es dedicarnos a SER nosotros mismos, haciendo las cosas desde nuestra
autenticidad y con total honestidad, con nuestras virtudes, debilidades y
capacidades, con nuestros aciertos y errores, sin pedir ni exigir nada a cambio
a los demás; entonces así se vive libre, sin peso y fluyendo ante los eventos
que se nos presentan en la vida, experimentándolos tal cuales son, sabiendo que
hemos dado lo mejor de nosotros.
Todas las
personas interpretan lo que ocurre a cómo es que “ocurre”, pero hay que resaltar que la interpretación
que le damos a esas situaciones realmente no tienen causas externas, sino
internas. Es decir, que lo que yo estoy viviendo procede de mí. ES UNA CREACIÓN MÍA.
Entonces, te
invito a crear una vida de paz, a dar la mejor de las interpretaciones a todo
lo que generas, en donde te permitas sorprender como un niño ante lo que el universo
tiene reservado para ti.
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